lunes, 6 de agosto de 2007

Todo Incluido Dentro del Paquete

Si la fecha tuviese alguna importancia para la historia que voy a proceder a relatar, les aseguro que gastaría algunos minutos en recordarla, pero cuando lean el relato se darán cuenta de que no sería un dato de gran relevancia. Tan sólo basta saber que fue un otoño del año 2002. Como es costumbre en los círculos universitarios, las primeras semanas de clases son una continuación de aquellas jocosas tardes de liceo, una prolongación de esas interminables y a veces desgastadoras jornadas de constante hueveo. Y yo no fui la excepción a esa tradición. Cierto día de aquellos de reconocimiento sin embargo, surgió una idea que cambiaría para siempre la vida de un grupo de mis compañeros. En esa tarde escuché una propuesta que ya había resonado en mis oídos en los años de secundario, pero de la que jamás me había hecho participe: La asistencia a uno de los denominados café con pierna. El proyecto parecía atractivo. Tomarse un café, ver un par de mujeres (Al menos así lo suponía), reirse un rato y luego volver a casa, saludar a tu madre, contarle a tus amigos el día viernes en la tarde y hacer cuenta que todo sigue igual. Así también lo debe haber pensado Mike Tyson. Como joven nortino, la bohemia capitalina le resultaba ajena, y más que para cualquiera de nosotros, la idea se le presentaba evidentemente seductora. Podía ver, sin conocerlo bien, que sus pasos eran raudos y que su ansiedad crecía a medida que nos aproximabamos a la zona cercana a la calle Bandera. Una vez ahí, nos dimos cuenta que no es fácil elegir el lugar. Todos parecen atractivos, pero algo me decía que aquellos carteles publicados en la parte exterior no podían ser nuestra única variable de decisión. Recorrimos varias cuadras antes de detenernos en un lugar: "El Flamenco". La fachada del lugar me llamó inmediatamente la atención. El artista que diseño el cartel debe haber sido de técnicas bastante precarias y sin saber mucho de economía a esa fecha, los precios eran una señal demasiado informativa de la calidad en ese caso. Bastó una pequeña inspección del interior para descartar inmediatamente aquel lugar. Aunque no todos parecían tan seguros. Una extendida conversación fue necesaria para que Mike Tyson entendiera que lo mejor sería proseguir la búsqueda (Aunque quizás de haber entrado ahí su destino hubiese sido otro). Bastaron algunos minutos más para que llegaramos al lugar definitivo: "Café Espectáculo". En algún momento pensé que dentro de ese lugar habría un espectáculo del tipo Broadway, con unas bellas bailarinas, y un presentador con chaqueta brillante de lentejuelas, pero nada de eso. Asomé la cabeza a través de una especie de cortina de color rojo intenso y vi que de espectáculo no tenía nada. O más bien si lo era, pero un espectáculo funesto. Eso fue suficiente para tomar la decisión de no entrar. Pero Mike Tyson emitió una emocionante arenga a los demás: "Entremos!!!, hemos buscado y buscado sin encontrar el lugar. Si proseguimos la búsqueda el tiempo se pasará, deberemos volver a la casa, y nos perderemos la diversión". Hubo un instante de silencio. No puedo negar que sus palabras me llegaron, pero lo que había visto era demasiado perturbador, por lo que mi decisión no cambió. En un gesto de compañerismo y de noble valor, los demás apoyaron a Tyson y alzaron sus brazos en señal de aprobación, y contagiados del ánimo del nortino procedieron a despedirse de mi. Ese abrazo fue emotivo. Por alguna razón sabía que sería el último abrazo antes de que viniera la desgracia, tenía un horrible presentimiento.

Volví a casa, y mientras viajaba en la micro pensaba. En algunos momentos me sentía mal por no compartir aquella experiencia y hasta me recriminaba por privarme de aquellos "placeres". Pero luego recordaba el lugar y me parecía una decisión demasiado acertada, y de verdad, créanme que así lo sentía.




El día siguiente en la mañana llegué temprano a clase de Cálculo. Sabía que la parte posterior de la sala sería el lugar en el cual escucharía las más fascinantes historias y los más sabrosos detalles de la experiencia del día anterior. Tenía listas las preguntas de rigor: "¿Cómo estaban las minas? ¿Había alguna rica o no? ¿Dejaban tocarle algo?". Pero antes que pudiese hacer cualquier consulta una frase me detuvo: "Menos mal que te fuiste weón". Algo había andado mal. No era eso lo que yo esperaba escuchar. Inmediatamente vino mi reformulación de la pregunta: ¿Qué chucha pasó?. No hubo respuesta, un silencio sepulcral y sólo un nombre en voz baja: Mike Tyson. Lo que viene parecería sacado de la más creativa y perversa de las mentes escolares, pero para tristeza del propio Mike (Aunque eso no está claro) y de aquellos que le rodeabamos, era la más cruda de las realidades. La combinación de precios bajos y minas feas podría resultar ya desalentadora, pero al menos soportable. Sin embargo, Mike fue más allá. Por una bebida cuyo precio estaba inflado aproximadamente en un 500% se ganó el derecho de llevarse a un sector "VIP"a una de las funcionarias del local. Inicialmente los besos deben haberle resultado un placer a aquel muchacho sin experiencia venido del norte, un néctar para sus labios sedientos de saliva femenina. Parecía el final feliz a una extenuante tarde de búsqueda, la posibilidad de salirse un momento de la rutina y gozar de un instante de lujuria. Las caricias crecieron en intensidad y sus manos pronto empezaron a recorrer la anatomía de su acompañante. Dibujaba sus brazos, bajaba suavamente a través de ellos. Pronto llegaron a una de las zonas más deseadas: El culo. Ciertamente en ese momento por su cabeza deben haber pasado cientas y cientas de decepciones, de rechazos y derrotas, pero hoy se sentía un ganador, un verdadero universitario, un winner. Luego, el típico movimiento del que ya ha adquirido una temperatura alta: La mano gira a través de la cintura como un moviemiento natural, como si la forma de la cintura estuviese diseñada de antemano para aquel viraje y comienza a descender por un pequeño monte hasta llegar a la entrepierna. Y es aquí donde Mike quedó literalemente presa de un miedo, de una angustia que jamás esperó . Las clases de biología del colegio parecían perder sentido esa tarde. Contrariamente a lo que él esperaba las planicies que su mano había recorrido con tanto placer fueron abruptamente interrumpidas por un montículo, un relieve que no concordaba con aquellas láminas e ilustraciones didácticas del libro de Biología. Ese día Mike Tyson tuvo por primera vez (Aunque nada podría asegurarlo) un pene que no pertenecía a él entre sus manos. Ese día Mike Tyson descubrió que la vida siempre tiene sorpresas guardadas, y particularmente en este caso una gran sorPRESA que estoy seguro jamás olvidará. Comentarios fueron varios: "Pa' mi que al weón le gustó la wea", "Ja, ja, ja!!! a Mike Tyson le salió con nariz", "Viste, si yo le había escuchado una voz media ronca a la mina", todos los cuales me resultaron de una gracia que es difícil de describir en estos momentos. A pesar de que posteriormente surgieron una serie de especulaciones aún más oscuras, la versión original sin la enorme cantidad de aderezos que se le puede agregar a una historia de este tipo, quedó en mi registro como una de la historias más tristemente graciosas que en mi vida he escuchado.

No tengo certeza de que efectos trajo esa experiencia en Mike, pero por mi seguridad y la de los que asistieron ese día, preferimos simplemente quedarnos con el recuerdo de aquel tímido muchacho del norte que llegó a estudiar a Santiago con su mochila cargada de esperanzas y sueños.

Con cariño para ti Mike.

1 comentario:

Unknown dijo...

no puedo creer lo ke escribiste en verdad muy bkn te pasaste tenia las palabras justas y necesarias no habia q quitarle nada ni agregarle nada q historia mas freak
UN BESO PA TI JAVI